Perfil neuropsicológico en la adicción a la cocaína: consideraciones sobre el ambiente social próximo de los adictos y el valor predictivo del estado cognitivo en el éxito terapéutico
En la década de los 80 se inició el estudio de las alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales asociadas al consumo de cocaína y otras drogas de abuso. En un principio, los trabajos mostraban la existencia de un déficit, habitualmente considerado crónico y secundario al consumo en el rendimiento cognitivo de los adictos (Grant y Judd, 1976; O’Malley y Gawin, 1990; Washton y Gold, 1984). No obstante, en los últimos años, se han empezado a estudiar muestras con abstinencias prolongadas en las que se pone de manifiesto una posible reversibilidad de las alteraciones (Selby y Azrin, 1998). Diversos estudios encuentran que los déficits neuropsicológicos presentes en los consumidores de cocaína, y que se corresponden principalmente con alteraciones estructurales y funcionales del córtex prefrontal (Fernández-Espejo, 2006; Verdejo-García, Orozco-Giménez, Meersmans, Aguilar de Arcos, Pérez-García, 2004; Verdejo-García y Pérez-García, 2007), pueden tener mayor gravedad que los observados en los consumidores de otras drogas ilegales de abuso (Verdejo-García et al., 2007) aunque, en todo caso, son mucho menos severos que los que pueden encontrarse en trastornos mentales como la esquizofrenia (Goldstein, Leskovjan, Hoff, Hitzemann, Bashan, Khalsa et al., 2004). Tampoco es infrecuente encontrar que los consumidores crónicos de cocaína rinden mejor que los controles en determinadas tareas neurocognitivas (Gillen, Kranzler, Bauer, Burleson, Samarel y Morrison, 1998). Los hallazgos difieren en función del proceso cognitivo estudiado, como veremos a continuación, a propósito de la memoria, la atención y las funciones ejecutivas.
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